jueves, 24 de marzo de 2011

Me encanta cuando sonríes porque me devuelves la vida, adoro cuando me miras porque haces que respire, y necesito tus palabras para seguir siendo una persona.
Tus brazos en su día fueron mi refugio, y mis lagrimas borradas por tus susurros. Tu hombro la mayor comodidad de mi mundo, tus manos me cuidaban como tal muñeca de porcelana.
Porque lo era, frágil y descuidada. Inocente como nadie lo había sido en la vida. Te quería por como eras, por esas horas que me dedicaste. Por lo que me decías, por como lo decías.
Música alta, más alta, aun más... No quiero oír mis pensamientos, ya no. Ha sido demasiado tiempo el que he perdido intentando controlar todo, demasiadas horas, demasiadas sonrisas y lagrimas, emociones... Demasiado para una persona.
Me alejo de todo, quedándome con la mejor compañía; llamada soledad. Camino sola por el largo camino, me tropiezo, caído, me levanto... Y así sucesivamente. Espero llegar a la montaña pero no se para que. No se para que llegar al final. Quiero subir ya, ser feliz antes de tiempo. Esperar es una palabra que no tiene sentido, y yo no le hago caso. Por eso voy corriendo; para recojer segundos para cuando los necesite. Miro el reloj, y eso me recuerda que sigo viva.



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