lunes, 18 de abril de 2011

Esta sentada y respira el aire de la mañana, hace escasos minutos que salio el sol por primera vez de todo el día. Hace frió así que se baja la sudadera hasta tapar la mitad de sus manos, pero deja al descubierto sus uñas color azul electrizado.
A juego con la horquilla que lleva sujetándole un mechón de su pelo. Una ráfaga de viento hace que el pelo le cubra la cara; pero ella con su mano lo vuelve a colocar en su sitio. Juguetea con el móvil y mira la hora inquieta. Es la hora. Un minuto, dos... Es normal que se retrase. ¿ A caso ha llegado alguna vez a la hora? Y cuando más absorta esta por sus pensamientos... Aparece; cruzando la esquina. Ella aun no se ha dado cuenta ya que sigue mirando el móvil pero el la ve sentada de piernas cruzadas. Sonríe para si mismo; nunca puede sentarse bien esta chica. Pero la quiere, ya ha pasado tanto tiempo que es... digamos que distinto. Sin embargo aun siente el frenesí al verla. Va caminando hacia ella, que distraída esta. Ya esta a escasos metros de ella cuando levanta la cabeza. La cara se le ilumina. El se hace el tonto y ella se ríe aun más. Llega, le abraza. Ella mete su cabeza en lo más hondo que puede de la chaqueta. Si, es su olor. El que llena sus pensamientos, el que le gusta. No sabe que colonia es; porque para ella es SU colonia. Y lo respira.
Piensa lo extraño que es el amor, lo que hace que la vida se sienta así. A veces feliz, aunque otras triste. Sus pensamientos desaparecen de su cabeza cuando unos labios rozan los suyos, un escalofrió le recorre la espalda. El la besa con ternura; con delicadeza. Como tal muñeca de porcelana que le parece. Pequeña e indefensa.
No le importa que harán después. Si no aquel beso que saben que un día se acabara.
Y ella es feliz junto a el, y el es feliz junto a ella por una estúpida cosa llamada amor.

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